Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://pennynqje313720.jts-blog.com/37298381/el-momento-exacto-del-cabezazo-de-zidane